Respetame

Todavía tengo la esperanza de que dejen de desaparecer pibas. Todavía tengo la esperanza de que dejen de matarnos. Te lo juro. Todavía tengo la esperanza de que algún día podamos caminar tranquilas por la calle. Nosotras, o nuestras hijas, o nuestras nietas, o nuestras bisnietas, o quién sabe qué generación, pero que podamos de una vez por todas sentirnos seguras. Todavía tengo la esperanza de no tener que mandarle un mensaje a nadie para que sepa que llegué bien. Tengo la esperanza de que cuando una mujer denuncie un hecho de abuso se proteja a la víctima y no al agresor. Todavía tengo la esperanza de que nadie se pregunte como andaba vestida, que estaba haciendo en ese lugar a esa hora, si tenía novio o no y que se pregunten por qué mierda nos están matando, por qué mierda se creen que son dueños de nosotras. Todavía tengo la esperanza de que entiendan que no le pertenecemos a nadie. Tengo la esperanza de poder vestirme como se me cante el orto y que vos, machito, no sientas el derecho a decirme lo que se te cruce por la cabeza o pienses que te estoy provocando. No te estoy provocando, no necesito tu aprobación, no me interesa. Todavía tengo la esperanza de que no te sientas invadido cada vez que reclamo por mis derechos. Quedate tranquilo, nadie te va a sacar nada. Todavía tengo la esperanza de que una mina pueda decidir sobre su propio cuerpo lo que se le de la gana porque eso es: suyo. Todavía tengo la esperanza de que dejen de matarnos cada 18 horas, de que dejemos de llorar víctimas de violencia de género, abuso y violaciones. Todavía tengo la esperanza que vos entiendas que por defenderme a mi no se te va a achicar el pito. Es más, capaz, si tenemos suerte, te crece un poco la cabeza. Y ahí entendes. Entendes que soy un ser humano y no un objeto creado para tu placer. Entendes que me duele cada vez que veo que una piba más chica, de mi edad, o más grande no vuelve a su casa. Me duele, me asusta, me genera pánico. Entendes que es horrible saber que te puede pasar a vos, a tu amiga, a tu hermana o a tu mamá. Entendes que a cualquiera le puede tocar esta suerte porque la sociedad lo convirtió en un juego de azar. La sociedad que calla. La sociedad que estereotipa. La sociedad que tiene un millón y medio de prejuicios. Y vos, formas parte de esa sociedad. Y yo, intento todos los días no ser parte. Y por intentar no ser parte no te estoy agrediendo a vos, ni te quiero sacar tus derechos, ni quiero ocupar tu lugar, ni quiero matarte o hacerte sentir menos hombre. No. Olvidate de eso. Yo estoy luchando. Estamos luchando. Y vamos a seguir luchando. Y vamos a seguir pintando paredes. Y vamos a seguir "quemando" iglesias. Vamos a seguir. Hasta que dejen de matarnos. Porque ustedes no lo entienden, pero es difícil caminar y luchar sabiendo que miles ya no lo pueden hacer y que, tal vez, en cualquier momento nos puede tocar a nosotras. A mi me duele. Me duele muchísimo. Y si no vas a compartir mi dolor y luchar conmigo te pido por lo menos que lo respetes. Pero, ¿sabes que? haciendo nada estás haciendo mucho. Y eso queda en tu conciencia. Y también, en las vidas que seguimos perdiendo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Esperar no transforma

No te dejes para después

Siempre