Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2016

Solo amor

Mil veces escuché la frase: "si vos no te amas a vos mismo, nadie más lo puede hacer". Mil veces discutí sobre lo falsa e hipócrita que me parece esa idea. Yo pienso que al plasmar el amor en ese concepto, lo estamos condicionando. Nos condicionamos a amarnos primero para que después el otro lo haga. Y muchas veces no es así. Casi nunca es así. Eso es lo que diferencia al amor de otros sentimientos que podamos sentir. Cuando uno ama, ama completamente. Se entrega, sin pensar si se ama o si lo aman. Solo lo hace. Con esto voy a que un día puede llegar una persona que te vea de la forma más dulce y más sincera del mundo, y empiece a amarte, aunque vos no te ames. No está metido en tu cabeza y no lucha con tus fantasmas. No conoce todos los complejos que tenes sobre vos mismo. Por eso puede amarte, porque reconoce toda tu esencia. Sin condiciones, conceptos, o especulaciones. Solo amor. Entonces bien, llega, te ama y punto. Pero mientras te ama te enseña a amarte. Te hace sent

El dolor

Y un día alguien te lastimó. Jugó con vos mientras vos te la jugabas. Te cagó. Se cagó en vos y en todo lo que hiciste y diste por lo que tenían. No le importó, y se fue. Después de eso, te prometiste que nunca más iba a pasar lo mismo. Dejaste de amar como lo hacías, dejaste de querer como lo hacías, dejaste de preocuparte por las personas como lo hacías antes. Todo cambió. Te relacionaste superficialmente, ya no te interesaba como se sentían, intentaste que no te lastimaran más. Pensaste que no sentir y no demostrar era la mejor forma de protegerte. Así, guardaste tus sentimientos donde nadie sabía que los tenías escondidos. Ni siquiera vos. Pero una vez te animaste, parecía que te habías olvidado de todo lo que habías sufrido, lo querías volver a intentar. Querías volver a ser como eras antes. Entonces los buscaste. Y adivina que: sí, no los encontraste. Te desesperaste. Te volvió a doler como, o más, que cuando los escondiste. Entonces, en ese momento, te diste cuenta de algo muy i

¿Feminazis?

Prendo la tele. Una chica iba a una entrevista de trabajo: la violaron, la mataron, y como si fuera poco, la metieron en una bolsa de consorcio y la tiraron en un contenedor haciéndola parecer un pedazo de carne. A esos tipos no les interesó los sueños que debía cumplir, o la gente que la quería en serio. Sin embargo, el noticiero no cuestiona eso. Se preguntan si era forma de ir vestida a una entrevista, que había hecho el fin de semana, como era su pareja. A nadie le importa que ya no iba a poder terminar su carrera, o tener hijos, o por lo menos conseguir trabajo. Todo se resuelve a un concepto insulso y vacío: una mujer no puede usar esa ropa. El sentimiento de bronca me invade, haciéndome olvidar que es tarde y que ya tendría que haber salido. Empiezo a caminar por la calle y con eso empiezan también las sartas de cosas que tengo que escuchar. Todo lo que me harían y que no me interesa, pero que igual me lo dicen. Me lo gritan. Y todos se enteran. Nadie dice nada, parece estar bi

Cuando nos damos cuenta de lo que no queremos, queremos mejor

Un día sin más me alejé. No iba a preguntarme si debía quedarme o si realmente debía irme, porque si lo hacía, hubiera elegido quedarme sin pensarlo. Junté todos mis sentimientos y mis recuerdos y me fui. No sé si te importó. Tampoco sé si te importamos. Pero sinceramente necesitaba irme. Escaparme de aquello que alguna vez me causó amor y que últimamente me venía causando terror. No por vos, ni por mi, sino por lo que nos fuimos convirtiendo con el correr del tiempo. Creo que eso nos desgastó: el tiempo. El tiempo, pero también las acciones. Las acciones más que nada. Las que hicimos y las que no hicimos. Nos quemaron la cabeza y el corazón. Por eso, cuando tuve las fuerzas necesarias para escaparme lo hice. Salí por fin de eso que alguna vez me hizo tanto bien, y que de un día para el otro empezó a hacerme tanto mal. Pude, gracias a Dios (si es que existe) quedarme con lo bueno. Y también pude darme cuenta que era lo que no quería. Y dejame decirte, que cuando nos damos cuenta de lo

Etiquetas

No podes dejar que lo que digan de vos defina quien sos. No sos tu peso, ni altura. No sos el color de tu piel o las palabras que usas. No sos el tamaño de tu nariz ni tampoco el tamaño de tus orejas. No sos tu ropa, ni tus zapatillas. Menos el celular que tenes. No sos la cantidad de personas con las que estuviste la noche anterior. Sos lo que te hace reír y lo que te hace llorar. Sos las cosas que te molestan y lo que amas. Sos lo que haces cuando te duele el cuerpo (y el alma). Sos lo que haces cuando estas feliz. Sos tu primera palabra en la mañana, y la última que decís antes de dormir. Sos la música que escuchas, lo que lees, las películas que te gustan. Sos tus miedos y tus fortalezas. Sos tu familia y tus amigos. Sos la gente que te quiere. Sos todo eso que olvidas cuando dejas que lo que no te define empiece a definirte.

Aceptar, querer

Me acuerdo cuando seleccionaba a las personas, como si fueran cosas, y las metía en dos "cajones" diferentes. Había dos opciones: o me caías bien y te amaba o me caías mal y te odiaba. Pero un día, me di cuenta que ese concepto era hueco y vacío. Una persona no podía caerme de determinada forma por haberme hecho algo que en su momento o solo haberme mirado una vez. No podía juzgarla si ni siquiera le daba la oportunidad de acercarse a mi. Si no la dejaba contarme cuales eran sus miedos, las cosas que la hacían feliz. Si no me podía decir "este es el cuerpo con el que lucho todos los días cuando me miro en el espejo" o no me mostraba los monstruos de abajo de su cama. Las marcas de las que no se podía librar aunque quisiera. No le permitía al otro la oportunidad de conocerme, o más bien, no me permitía conocer al otro. Simplemente porque en ese momento no me interesaba o no lo sentía. Pero un día me di cuenta que la persona que me caía más mal estaba conmigo desde qu

Y sí, me quiero un montón

Muchas veces caigo en la típica: ''¿Por qué no soy la persona que quiero?'' Veo minas diosas con cuerpos perfectos por todos lados, parecen que se multiplican. Igual que mis ganas de ser como quiero. Lloro, mariconeo, grito un poco, me enojo, me enojo mucho. Después de toda esa rutina (diría que casi diaria) caigo en la cuenta de que tendría que reformular la pregunta y volvermela a preguntar: ''¿Por qué no soy como ellas?'' Ahí si estaría bien, porque me estaría preguntando que me falta o que no tengo para ser como ellas. Y no preguntándome que carajo pasa que no soy la persona que quiero. Porque: ¿Saben que? Si lo soy. Soy la persona que quiero. Y estoy orgullosa de mi. Soy una persona que jamás deja que le gane nada, ni su propia cabeza. Soy una persona que cumple sus objetivos, aunque necesite una patadita (en el culo, casi siempre) para que la empujen. Soy una persona que siempre está motivada, y que si no tiene motivación, la busca. Soy una persona

Esperar no transforma

La palabra ''cambio'' viene del latín ''cambium'' que significa hacer un trueque, dar una cosa por otra. Esto quiere decir que siempre que hay un cambio, algo se pierde pero también algo se gana, dejando todo equiparado pero de alguna forma más desordenado que nunca. Si sabemos que en un cambio perdemos, pero también ganamos algo: ¿Por qué nos da tanto miedo? ¿No da miedo lo que perdemos porque sabemos que lo vamos a necesitar? ¿Nos da miedo lo que ganamos porque no sabemos si lo vamos a necesitar más que lo que perdemos? ¿No da miedo que esté todo equiparado? ¿Nos da miedo el desorden? Yo creo, personalmente, que el cambio nos da miedo porque es algo que no esperamos, es decir, que siempre llega sorpresivamente. Le tenemos miedo a lo nuevo, a lo que nos falta por conocer. Y también creo que eso es lo más lindo del cambio, que llega un día sin avisar y que te obliga a reconstruirte, a volver a ser vos pero sin ser tan vos. Te enseña que esperar no transf