No era para tanto
Tuve (en realidad tengo) la suerte de ser buena piba. Pero a veces, aunque uno no quiera, aunque uno no se de cuenta, se traiciona a sí mismo. Se toma alusión de un personaje que lejos está de ser quién es. Se traiciona, se pierde, se convierte en lo que es hoy. Toma decisiones que en su momento cree buenas y luego de un tiempo reconoce que estuvieron muy equivocadas. Entonces, a conciencia, intenta de alguna forma perdonarse y volver a ser lo que era antes. Pero mientras, en todo ese tiempo que le cuesta hacer el click, lo que pasa es justamente eso: el tiempo. Ese que lejos está de esperar. Uno, mientras se angustia, cae en la cuenta de que nada es como antes y ya nunca volverá a serlo. Recuerda los momentos en los que la pasó mal y se da cuenta que no la estaba pasando tan mal como pensaba. Es más, reconoce que la mayoría de las cosas por las que se enculó no tenían nada de importancia. Y después de todo eso uno se queda ahí, pensando. Se queda pensando en quienes quiso y ahora no