No te dejes para después

Si me tuviera en frente hace un año atrás les juro que me diría muchas cosas.
Me diría que quiera y que me deje querer. Así, libre, sin miedo a que me lastimen. Me diría que, si no lo hago, con el tiempo me voy a dar cuenta que yo misma me lastimé. Y me diría (cuando me de cuenta de eso) que por favor no me quiera romper la cabeza contra la pared. Me diría que soy humana, que uno se equivoca y aprende del error. Me diría que no haga lo que no me gustaría que me hagan. Me diría que me mire en el espejo todos los días y me recuerde lo hermosa y buena persona que soy. Para que no me olvide que soy buena piba. Para que no desaparezca mi amor propio. Me diría que pida perdón. Me diría que me perdone. Me diría que le pida perdón, por esto y por todo. Me diría que crea en las segundas oportunidades. Me diría que no las desperdicie. Me diría que si las desperdicio me la banque. Que no llore. Que no me parta el alma esa situación. Me diría que tal vez, después de todo ese dolor, aprenda que las cosas no son como yo quiero y menos cuando se trata de dos. Me diría que la mayoría de lo que me interesa me va a doler, me va a costar y me va a hacer querer abandonar. Me diría que no me está doliendo tanto. Me diría que lo que duele más es abandonarlo. Me diría que si algo me importa, como mínimo, voy a tener que dejar el alma. Me diría que no sea tan exigente conmigo misma. Me diría que las cosas realmente importantes son las que no son cosas. Una tarde con una persona que te hace sentir como en casa. Un mate con amigos. Mi familia. Y por último, me diría que no me deje para después. Me diría que si me dejo para después me voy a desmorornar y que de ahí va a ser muy difícil volver.
Yo todavía no volví. Y vos, tampoco.

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