Contracorriente

Antes de empezar, quiero decirles que hoy voy a hablar de mi y que frente a eso tienen dos opciones:
1) cerrar todo ahora y no leerme porque no les interesa (es totalmente válido)
2) dejarlo y leer un poquito más porque tal vez les da curiosidad o quieren ver si sienten lo mismo (no pierdan su tiempo)
Hoy hice algo que hace mucho no hacía. Por un momento fue raro, tal vez un poco confuso, pero al final me dio tanta paz que me es inexplicable definir la sensación y me fue imposible no querer expresarlo en un par de estos tantos renglones.
Llegué a mi casa después de un largo día, saludé a mi familia y después de conversar un rato con ellos, me dispuse a subir a mi habitación. Entré y estaba todo como lo había dejado: un poco de ropa sobre la cama, una que otra media en el suelo, una zapatilla en un rincón y otra en quién sabe donde. Todo estaba igual. Todo, menos yo. Al entrar seguía siendo la misma que había salido por la tarde, o por lo menos eso pensaba, hasta que me encontré acostada en la cama, pensando que había sido realmente de mi día. Quién había sido realmente en mi día.
Si siguen leyendo esto, no voy a contarles paso a paso lo que hice en el transcurso de las horas porque realmente se aburrirían; si no están leyendo esto, no voy a contarme paso a paso lo que hice hoy porque, obviamente, ya lo se. Solo voy a decir una cosa: en el día no fui más que ser lo que otros quisieron y no lo que realmente soy. Y cuando hablo de ser lo que otros quisieron también me refiero a ser lo que yo quise y, como dije antes, no lo que realmente soy.
Me encanta leer pero hoy no leí ni siquiera la página de un libro, en cambio me limité a leer un par de frases (la mayoría de Twitter) tan vacías como insignificantes.
Escuché la música que les gustaba a mis amigos que se supone que es la que me gusta a mí también, cuando todos sabemos que hubiese preferido mil veces escuchar aunque sea una estrofa de Charly García.
Hablé de cosas y las llamé "importantes" cuando sé que esas cosas de importantes no tienen nada.
Me hice creer auténtica, y en realidad me mentí: estaba siendo cualquier persona menos la que en verdad soy; porque, como siempre, me era más fácil esconderme que mostrarme tal y cómo soy y por fin, de una vez por todas, tomarme el trabajo y la molestia de ir contra la corriente.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Esperar no transforma

No te dejes para después

Siempre